Recientemente, en la selva amazónica de Brasil, se produjo un evento que ha generado alarma entre la comunidad científica y conservacionista: una anaconda de notable tamaño, conocida como “Ana Julie” y que medía 8 metros de largo, fue encontrada muerta en el río Formoso, en Bonito, Mato Grosso do Sul.

Este desafortunado descubrimiento siguió a la acción de cazadores que persiguieron específicamente a la serpiente, causando preocupación sobre los efectos de la caza furtiva en la biodiversidad del Amazonas. La pérdida de "Ana Julie" ha provocado la petición de la necesidad de reforzar las medidas de conservación en estas áreas vitales, subrayando el impacto negativo que la caza ilegal tiene en el ecosistema y en la investigación científica de la región y el problema de los cazadores.

La comunidad científica, en pie de guerra por la anaconda

 

La comunidad científica internacional se ha visto profundamente afectada y consternada por el fallecimiento de una anaconda de tamaño extraordinario, a quien se había identificado como un ejemplar único y se le había otorgado el nombre de Ana Julie.

Un grupo de 15 biólogos de varias nacionalidades había determinado recientemente que este reptil pertenecía a una nueva especie, Eunectes akayima, diferenciándose de sus congéneres por una variación del 5,5% en su secuencia de ADN. Freek Vonk, un destacado biólogo holandés involucrado en su descubrimiento, expresó su profunda tristeza y frustración ante este suceso, condenando el acto de los cazadores.

El hallazgo de Ana Julie no solo prometía enriquecer la diversidad genética y el conocimiento científico sobre las anacondas, sino también resaltar la belleza y la importancia de conservar los ecosistemas del Amazonas. Imágenes captadas en febrero mostraban a Vonk nadando junto a la serpiente, que destacaba por su impresionante grosor y peso de 200 kilogramos, evidenciando su singularidad.