Cada 4 de octubre la Iglesia Católica celebra a San Francisco de Asís, el hombre que se santificó abrazando la pobreza y creador de la Orden Franciscana. Tanto es su importancia para el catolicismo que el Papa Francisco decidió tomar su nombre al asumir el pontificado, con el deseo de honrar su memoria y como una forma de pedir su intercesión. En su momento, el Papa lo llamó “hombre de armonía y de paz”.

Francisco nació en Asís, Italia, en el año 1181 bajo el nombre Giovanni di Pietro Bernardone. Su padre era un rico comerciante y, como mandaba la costumbre, debía ser él el destinado a asumir el negocio familiar, que finalmente aceptó. Su vida dio un giro cuando se vio forzado a ir a la guerra y, al caer prisionero, su salud empezó a resquebrajarse.

De acuerdo con los relatos, fue en un viaje a Apulia mientras marchaba a pelear, cuando durante la noche escuchó una voz que le recomendaba regresar a Asís. Así lo hizo y volvió ante la sorpresa de quienes lo vieron, siempre jovial pero envuelto ahora en meditaciones solitarias.

Francisco se dedicó a vivir bajo la más estricta pobreza y observancia de los Evangelios, por lo que animaba a sus seguidores a hacerlo de igual manera. Además, comenzó a visitar a los enfermos abandonados del pueblo, muchos de ellos leprosos, que terminaron convirtiéndose en sus amigos.

Fundación de los franciscanos

Cierto día, mientras oraba en la Iglesia de San Damián, en Asís, le pareció que el crucifijo que estaba frente a sí le miraba mientras decía: “Francisco, repara mi casa, pues ya ves que está en ruinas”. Creyendo que Cristo le pedía reparar el templo físico, fue, vendió los vestidos de la tienda de su padre, y llevó el dinero al sacerdote que cuidaba el templo, pidiéndole que lo deje vivir allí.

Así, Francisco se dedicó a reconstruir la Iglesia de San Damián y de San Pedro. Más tarde se trasladó a una capillita llamada Porciúncula, la cual reparó y convirtió en su hogar.

La idea de formar una hermandad religiosa se fue concretando hasta que, en 1210, Francisco, junto a sus amigos, viajó a Roma con el manuscrito de la futura regla en mano, en busca de la aprobación pontificia para la hermandad. El Papa Inocencio III dio su aprobación. El espíritu de la regla aprobada giraba en torno a la pobreza, cuya vivencia sería el fundamento de la nueva orden.

Los estigmas y muerte

En 1224, Francisco decidió hacer un viaje a un lugar aislado llamado Monte Alvernia, a unos 160 kilómetros al norte de Asís. Allí, se aisló en una cabaña para orar postrándose, ayunando, e incluso, gesticulando. Su amigo, fray León, lo visitaba dos veces para llevarle pan y agua.

Según los relatos que recogieron los testimonios de León, este fue testigo de la aproximación y alejamiento de una bola de fuego que bajaba del cielo; por este prodigio, Francisco le comentó que algo grande estaría por ocurrir. 

Después de intensas oraciones, entonces en un trance profundo (según relato de San Buenaventura) ?supuestamente se le presentó un serafín rodeado por seis alas angélicas, y le imprimió las señales de la crucifixión en las manos, los pies y el costado; posteriormente, sus hermanos vieron los estigmas de Francisco, que él conservó por el resto de su vida.

San Francisco de Asís murió el 3 de octubre de 1226, con solo 44 años de edad. Al día siguiente, el cortejo fúnebre se encaminó hacia San Damiano y después a San Giorgio, donde fue sepultado.67? Fue canonizado el 16 de julio de 1228. Sus restos se encuentran en la Basílica de San Francisco en Asís.

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