Muchos de los reservistas rusos enviados a la guerra de Ucrania a menudo están borrachos y tienen la moral baja, ya que se ven obligados a usar armas obsoletas en el campo de batalla, ha asegurado el ejército ucraniano. Se trata de unos 15.000 nuevos soldados que fueron llamados en junio para reemplazar a los soldados muertos o heridos desde el comienzo de la invasión a Ucrania en febrero y que, al parecer, han quedado olvidados por el Kremlin.

Las fuerzas armadas ucranianos afirmaron que el Tercer Cuerpo del Ejército no puede realizar sus tareas de manera efectiva debido, en parte, a "armas y equipos militares obsoletos e inutilizables" que las tropas se ven obligadas a usar y al estado de ebriedad constante que presentan. Debido a estos inconvenientes muchos militares de la unidad abandonaron su posición y hasta rechazan órdenes de sus superiores.

Hace unas semanas, se difundieron imágenes de los fusiles de asalto que Rusia está entregando a esos reservistas recién movilizados: viejos Kalashnikov del tipo AKM, un arma que entró en servicio en el Ejército Soviético en 1959. Las imágenes muestran evidentes signos de oxidación tanto en los propios fusiles como en los cargadores. 

Los funcionarios ucranianos atribuyeron los problemas de este segmento armado al “consumo de bebidas alcohólicas” y las “violaciones sistemáticas de la disciplina militar”, que han estado causando “desmoralización” en las filas. Incluso se han reportado casos de reservistas que han acudido ya borrachos a sus centros de reclutamiento.

La revista Forbes informó a mediados de septiembre que el Tercer Cuerpo del Ejército, con sede en Mulino, cuenta con voluntarios ancianos e incapaces, entre ellos drogadictos y alcohólicos, a quienes se les paga hasta $5,000 al mes, unas cinco veces más que el salario promedio en Rusia. 

Llevados por la borrachera, algunos soldados rusos han protagonizado imágenes virales en las redes sociales, como el hombre que se dedica a dar cabezazos a un coche o a las ya típicas escenas de peleas entre los reclutas.

Según los informes, muchos soldados han decidido desistir de la batalla y han dejaron atrás tanques y otros vehículos militares mientras emprendían la retirada, motivados en parte por sus problemas de alcoholismo o drogadicción que no pueden sostener en el territorio enemigo.

A estos problemas se suman las acusaciones de corrupción dentro del ejército ruso, ya que los hombres con más recursos compran su salida de las filas de batalla, dejando a los más pobres y menos sanos entre las tropas, lo cual incluye soldados con problemas de alcohol y de drogas, pero también mentalmente inestables o con problemas de malnutrición.

El pasado martes, el ministro de Defensa, Sergei Shoigu, dijo que hasta ahora Rusia solo había convocado a más de 200.000 reservistas de los 300.000 hombres que había planeado movilizar en un principio.

La Península Hoy en Google News, dale CLIC AQUÍ.