Un miembro de la Guardia Civil en Salamanca tomó la trágica decisión de quitarse la vida, sumándose a otro caso reciente el 22 de febrero, cuando un compañero se suicidó arrojándose a las vías del tren en Tres Cantos, cerca de las instalaciones de la Comandancia de Madrid de la Guardia Civil.

Estos acontecimientos representan los suicidios más recientes dentro de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. En los últimos tres años, desde principios de 2021, se ha registrado un total de 68 agentes fallecidos por suicidio, lo que resulta en un promedio de aproximadamente 22 casos por año.

Ante el aumento de estos sucesos en la última década, la Dirección General de la Policía Nacional puso en marcha, a finales de 2020 después de los meses más difíciles de la pandemia, un Plan de promoción de la salud mental y prevención del suicidio. De manera similar, la Dirección General de la Guardia Civil introdujo en 2018 un plan enfocado en abordar "conductas anómalas".

La mayoría de los suicidios de policía y Guardias civiles, con su propia arma

Un aspecto fundamental para comprender el problema del suicidio dentro de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado es que aproximadamente el 85% de estos casos involucra el uso del arma de servicio, tanto en policías como en Guardias Civiles. Por ello, una de las acciones preventivas iniciales en ambos cuerpos policiales incluye la confiscación del arma.

La organización Ángeles de Azul y Verde brinda apoyo a través de un equipo compuesto por tres psicólogos externos y 80 voluntarios, que son miembros de la policía y la guardia civil, reconociendo que llevar uniforme no nos hace invulnerables a las adversidades psicológicas.

Esta entidad surgió como respuesta a la falta de atención en salud mental que han experimentado los efectivos de la Policía Nacional y la Guardia Civil hasta recientemente. Vanesa, compartiendo su experiencia, señala la indiferencia institucional tras la muerte de una colega en un asalto, destacando que nunca se le preguntó por su bienestar.

Por su parte, desde la asociación Independientes de la Guardia Civil (IGC), se aboga por ofrecer a los agentes acceso a servicios psicológicos externos. Se señala el desafío que supone la necesidad de solicitar ayuda a través de la cadena de mando, lo cual puede generar reticencia por temor a repercusiones negativas en la carrera del agente.