DURO RELATO

Llegó a Madrid desde Colombia y terminó durmiendo en Barajas: la realidad de muchos migrantes

Daniel viajó a la capital con la esperanza de conseguir trabajo para enviarle dinero a su familia, pero sus planes se vieron truncados. La solidaridad de las personas logró rescatarlo y darle un nuevo impulso a su vida.

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Daniel Valencia llegó a Madrid desde Colombia con la misma esperanza que tienen muchos migrantes que llegan a nuestro país: el sueño de alcanzar una vida mejor y más próspera que la que tenían en su país de origen. Sin embargo, las vueltas de la vida hicieron que Daniel se viera obligado a vivir una semana en el aeropuerto de Barajas, solo y sin dinero.

Este joven de 26 años llegó a la capital el martes 25 de octubre con un objetivo: ayudar económicamente a su madre y tres hermanos a distancia. Se había gastado todos sus ahorros en el billete de avión, sobrándole poco más de 400 euros para su estancia en Madrid. "Planifiqué gastarme 100 euros al día, entre comida, transporte y hostal. Había calculado que en esos cuatro días encontraría un trabajo".

Recorrió bares, tiendas y se postuló como peón de construcción, y en todos obtenía una negativa por respuesta, sintiéndose "humillado" algunas veces por la forma en que le despachaban. Así pasaron cuatro días, hasta que se quedó sin dinero, sin techo y con un océano separándolo de su casa.

Muchos decían que era fácil: que era llegar a España y encontrar trabajo. Que nada más aterrizar la vida te cambiaba al instante. Pero no es como lo pintan, la realidad es muy distinta... Al principio te toca sufrir y llorar", ha declarado el joven a El Mundo.

Daniel Valencia (cortesía El Mundo)

De esta forma, su única alternativa fue usar Barajas como un improvisado hotel. Durante una semana estuvo alternando entre la T1, T2 y T3, buscando los baños menos solicitados para cobijarse y dormir algo. "Como la luz era automática me metía en un hueco bajo los lavabos. Cada vez que entraban las chicas de la limpieza me tocaba salir, una de ellas hasta se enfadó conmigo". Y agrega: "Comía una vez al día, las máquinas del aeropuerto son muy caras. Pero después del segundo día me tranquilicé bastante. Creo mucho en Dios y sabía que en algún momento cambiaría mi suerte".

El golpe de suerte llegó el pasado 5 de noviembre cuando un compatriota colombiano acudió hasta Barajas y le hizo un vídeo que colgó en Facebook. Se hizo viral y, sin que le diera tiempo a asimilar dicha repercusión, vio cómo su móvil no paraba de sonar. Una oleada de "cientos y cientos" de llamadas y whatsapps brindándole cama, comida y aseo que le pilló totalmente "por sorpresa".

"No sabía qué iba a ser de mi vida. Y, de repente, personas que no conocía de nada me querían ayudar, muchos de ellos habían pasado por lo mismo. Y no sólo de Madrid, también me escribían de Barcelona, Valencia, Italia, Suiza... Una mujer que trabajaba en la T4 me dijo que me acercara hasta ella a su terminal. Allí pude ducharme y comer. Hasta me dio algo de dinero para coger el Metro".

Aquella misma noche ya durmió en una casa del barrio de Opañel. La siguiente, en Plaza Elíptica. Y el resto, donde reside actualmente, en un piso del barrio de Canillas, "donde me dejan quedarme sin pagar hasta final de mes".

Miles de personas transitan por Barajas a diario. Cada una, con una realidad desconocida para los demás.

La historia de Daniel aún dista mucho de tener un final feliz. Según comenta, aún sigue en la desesperada búsqueda de trabajo. "Sólo he trabajado dos veces, por horas. Una, lavando una cocina; la otra, descargando camiones. Aunque me gustaría algo más estable, como camarero o entrenador de gimnasio, para poder subsistir por mi cuenta".

"No me arrepiento de haber llegado aquí, quiero cumplir la meta de ayudar a mi familia", concluye tras haber conocido la cara y la cruz de viajar solo a un país en el que empezar de cero. No es fácil para nadie en la misma situación que Daniel, pero con tenacidad y fe tarde o temprano la vida terminará por sonreírles.

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